La destrucción al medio ambiente es algo muy grave. Nos encontramos frente a una posibilidad real de acabar con la vida sobre el planeta. La generación de contaminación por las industrias en el mundo nos coloca ante este grave riesgo. Las y los guardianes de la tierra nos advierten a cada instante que cuidar nuestros territorios supone cambios de fondo en nuestros estilos de vida, en los modelos de producción y de consumo. La principal agresión que están sufriendo hoy por hoy los territorios proviene de los grandes proyectos de inversión que extraen los bienes comunes. Por eso es tan importante el trabajo de las y los defensores, ellas y ellos están poniendo el dedo en la llaga.

Es tiempo de decir las cosas por su nombre, los proyectos de desarrollo que no cumplen con los estándares de cuidado del medio ambiente, que no son consultados, y aún más, que no generan beneficio para las propias comunidades donde se instalan, violan los derechos humanos de la población. Ofrecer empleos mal remunerados, o realizar acciones filantrópicas no requeridas, sólo contribuyen a la precarización de la economía de las comunidades. Tenemos que desenmascarar el discurso del “progreso”, impuesto por las empresas mineras o eólicas en Oaxaca. Son negocios que obtienen grandes ganancias a costa del deterioro de la vida y la economía en las comunidades Oaxaqueñas.

“El cambio climático no es un problema del futuro, está aquí y ahora y afecta a todas las regiones del mundo”, así lo dijo la Dra. Friederike Otto, experta de la ONU. Los megaproyectos de desarrollo afectan territorios, bienes comunes y ecosistemas. No nos damos cuenta de ello porque se crea una “ilusión del desarrollo”. Muchas veces pensamos que el contar con sitios turísticos de gran escala, industrias o proyectos mineros nos convierten automáticamente en un país desarrollado y rico. Todo lo contrario, estos proyectos acaban con nuestro entorno natural y trastocan la vida de la flora y fauna silvestre, además modifican los modos de vida comunitaria. Es por eso que decimos: ¡Nuestra lucha es por la vida!

La defensa comunitaria es un derecho humano. Defender el territorio, la cultura, los derechos de las mujeres, toda esta defensa forma parte de un conjunto de derechos establecidos en las leyes mexicanas y convenios internacionales. El Estado tiene que garantizar que este trabajo se realice en condiciones óptimas, sin discriminación, sin agresiones, sin menoscabo de la dignidad humana, y sin violencia. La defensa de los derechos humanos fortalece los sistemas democráticos, contribuye a dar voz a las minorías y a las disidencias de todo tipo. Las personas defensoras tienen un gran valor y su acción humaniza a la sociedad

Los estados del sureste de México enfrentan una oleada de grandes proyectos de inversión económica: infraestructura carretera, presas hidroeléctricas, extracción minera, parques eólicos, proyectos turísticos a gran escala en playas, montañas, ciudades y sitios sagrados. Todos estos megaproyectos, dañan los ecosistemas, la cultura y la vida comunitaria de los pueblos originarios. Frente a esta embestida del gran capital, las comunidades se han organizado, han creado redes de apoyo y solidaridad, se han capacitado en la defensa de los derechos y han plantado cara a los agentes externos que pretenden arrasar con sus bienes naturales comunes.

En México la defensa del territorio es un trabajo de alto riesgo. Las personas defensoras del territorio se encuentran vulnerables, ante caciques, empresas o funcionarios públicos que constantemente asedian su labor. A todo esto, contribuye la impunidad y la corrupción del aparato de administración de justicia en el país. Durante los últimos tres años, casi un centenar de defensores/as han sido asesinados en México. La acción de los defensores y defensoras lastima intereses y existe la percepción de que su trabajo obstaculiza una visión de “progreso”. Las agresiones que sufren las y los defensores debilita el activismo y atemoriza el trabajo que realizan muchas personas en todos los rincones del país.

Para muchas personas, la defensa de los derechos humanos es una actitud o un compromiso ante la vida. Existen defensores, hombres y mujeres, que trabajan en el anonimato, es decir, en la mayoría de las ocasiones su labor es desconocida para los medios de comunicación y las redes sociales. Estas personas defensoras viven en comunidades indígenas, marginadas y en extrema pobreza, paradójicamente estos lugares son verdaderos paraísos, lugares de gran riqueza ambiental y natural. Ellas y ellos defienden a sus comunidades y territorios, en contra de los proyectos de las empresas voraces y el gobierno y, a su vez, defienden la reserva de la vida que nos queda en el planeta.

La campaña “Oaxaca denuncia” es una iniciativa de Servicios para una Educación Alternativa, EDUCA. A.C y la Red de Defensoras y Defensores Comunitarios de los Pueblos de Oaxaca, REDECOM.

La campaña tiene el objetivo de difundir la plataforma electrónica “Oaxaca denuncia” mediante siete mensajes que abordarán el quehacer de las defensoras y defensores comunitarios, el contexto en que realizan su labor, así como los derechos que se están violentando frente a proyectos de desarrollo e infraestructura. La campaña se difundirá a través de las redes sociales y radios comunitarias todos los miércoles de febrero y marzo de 2022. Los productos que se difundirán por estos medios de comunicación serán: mensajes, ilustraciones, audios y vídeos cortos.

La plataforma electrónica “Oaxaca denuncia” fue impulsada en el año 2015 y es un instrumento a través del cual se ofrece un espacio de difusión, y seguimiento público a denuncias relacionadas con la violación a los derechos humanos en la entidad, debido a la imposición de megaproyectos de inversión económica en el Estado y violación de derechos de personas defensoras. La plataforma busca difundir, principalmente, los casos relacionados con afectaciones al medio ambiente, al territorio, contra el trabajo de las y los defensores comunitarios, y aquellos que vulneren los derechos de mujeres defensoras.